
El desacuerdo entre Francia y la Comisión Europea sobre el acuerdo comercial Mercosur ha alcanzado un nuevo nivel, ejemplificado por la ausencia de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame. Su nombre no figuraba en la lista oficial de invitados, según los informes, debido a un "problema de comunicación" entre Bruselas y París. Sin embargo, esta explicación parece dudosa y se considera una excusa conveniente. Irónicamente, el presidente francés, Emmanuel Macron, había apoyado recientemente la reelección de von der Leyen como presidenta de la Comisión.
Este incidente le ha proporcionado a la Sra. von der Leyen una muestra inesperada de marginación dentro de la Unión Europea, un sentimiento que a menudo comparten las pequeñas y medianas empresas (pymes) en la UE. Las pymes con frecuencia se encuentran pasadas por alto o excluidas, al igual que von der Leyen en este caso. En particular, este "error de comunicación" no afectó las reuniones del fin de semana de Macron con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, lo que destaca la naturaleza selectiva de estas interacciones.
Alemania acoge otra cumbre del acero en medio de los desafíos de la industria
El lunes, una tercera "cumbre del acero" se reúne en la Cancillería alemana, continuando una serie de discusiones dirigidas por el canciller Olaf Scholz. Tras las cumbres anteriores del 29 de octubre y el 15 de noviembre de 2024, esta reunión se centra exclusivamente en los productores de acero, los sindicatos y los comités de empresa alemanes. La agenda tiene como objetivo consolidar las medidas para apoyar a la industria siderúrgica en dificultades, a la que ya se le han asignado más de 7.000 millones de euros en subsidios adicionales solo este año. Estas cifras excluyen los mecanismos de apoyo preexistentes, como los certificados de CO2 gratuitos de la UE y la compensación del precio de la electricidad para las industrias de gran consumo de energía, que en conjunto cuestan a los contribuyentes alrededor de 1.500 millones de euros al año.
El enfoque del canciller ha planteado preguntas sobre sus prioridades, ya que los participantes invitados sugieren un enfoque en apaciguar a los actores clave de la industria y su base política. Esta estrategia se hace eco de las críticas dirigidas a la percepción de negligencia de von der Leyen hacia las pymes, ya que las empresas más pequeñas se encuentran una vez más excluidas de las discusiones políticas importantes. En lugar de abordar problemas subyacentes como impulsar la demanda interna de acero, el gobierno parece comprometido a inyectar miles de millones de euros en un sector plagado de ineficiencias estructurales.
¿Políticas impulsadas por las elecciones o apoyo genuino de la industria?
El calendario y la estructura de estas cumbres sugieren una estrategia política destinada a asegurar los votos en lugar de implementar soluciones a largo plazo. Los críticos argumentan que el enfoque en las partes interesadas de la industria siderúrgica sobre las pymes refleja un patrón más amplio de negligencia hacia los actores económicos más pequeños. Mientras tanto, los productores nacionales de acero continúan lidiando con desafíos arraigados en políticas obsoletas y competencia global.
Si bien los esfuerzos del canciller para apoyar a la industria siderúrgica pueden resonar en ciertos grupos, corren el riesgo de perpetuar las ineficiencias sin fomentar la innovación o abordar preocupaciones económicas más amplias. Esta estrategia puede proporcionar un alivio a corto plazo, pero plantea serias dudas sobre la sostenibilidad de estas políticas a largo plazo.